María Cecilia Beitía, investigadora y docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. La entrevistamos porque queremos entender cómo está cambiando la mirada sobre la vejez y cuáles son las implicancias de esas tensiones.
Gerontología es una palabra que asusta. ¿Cómo fue tu aproximación a la vejez como objeto de estudio?
Sí, un poco es como decís. Gerontología es una palabra que asusta. Pienso que más que la palabra gerontología lo que asusta es la palabra “viejo” o “vejez”. Estamos como acostumbrados a exaltar la juventud y vincular la vejez a la decrepitud, a los años perdidos. La gerontología es el estudio de la vejez: “geron” significa viejos y “logos” significa estudio. Así se empieza a tratar a la vejez desde un lugar distinto, digamos, intentando preservar o sostener o amplificar aquellos aspectos que nos dan los años, esto es, la trayectoria, la experiencia, el transitar la vida.
Entonces, por un lado, la gerontología implica el estudio de la vejez desde la perspectiva del envejecimiento individual, es decir, cómo la persona va creciendo bajo la mirada de que todos envejecemos desde el momento de nuestro nacimiento y de que lo hacemos en función de cómo hemos vivido. Esto último está asociado a variables sociales, culturales, termporales, laborales, etc. Por otro lado, la gerontología se ocupa del envejecimiento en términos poblacionales, es decir, cómo los diferentes porcentajes de vejeces afectan una región geográfica en particular. Esto también implica pensar cómo a partir de esa población envejecida resulta necesario el diseño de políticas públicas.
Mi incursión en el estudio del envejecimiento y en la gerontología data del año 1999/2000. Empecé a incursionar allí a partir de un trabajo que realizé en geriátricos de la provincia de Río Negro y Neuquén. Allí, desde el trabajo social, descubrí un mundo distinto donde teníamos que trabajar la vejez desde el lugar del Derecho, cuando aún no existía la convención, y cómo hacer para que ese envejeciente o persona mayor adquiriera derechos, compromisos, autonomía, independencia. Todo esto en el marco de un lugar que en ese momento se denominaban residencias, pero que tenían una mirada de asilamiento. Hoy estos lugares se denominan “residencias de larga estadía”, con el objetivo de una mirada más inclusiva, más igualitaria, de derechos que fortalece y alienta la autonomía.
¿Podrías comentarnos que es y cuales son las causas del envejecimiento poblacional?
La gerontología estudia estas dos dimensiones, lo individual y lo social. Esto último está vinculado a esta pregunta. Se dice que una población está envejecida cuando el 7% de su población supera los 60 años. En estos momentos en Argentina, de acuerdo al último censo y de acuerdo a proyecciones, podríamos pensar en un porcentaje del 15% de envejecimiento. Neuquén y Río Negro estarían al rededor del 14%. Por supuesto estaremos esperando el censo del próximo año para poder dar certeza a estas proyecciones.
La gerontología en relación al envejecimiento poblacional se observa 3 variables sociales: disminución de la mortalidad, disminución de la natalidad, y un incremento de la esperanza de vida. A Neuquén y Rio Negro le podemos sumar una cuarta variable que tiene que ver con las migraciones. Migraciones internas hacia los Valles de Rio Negro y Neuquén producidas por causas laborales en las décadas del 60 y 70 y que hoy representan una población envejecida.
Desde el trabajo social, descubrí un mundo distinto donde teníamos que trabajar la vejez desde el lugar del Derecho.
¿Cómo crees que operó la pandemia en la dimensión de la vulnerabilidad de las ancianas y ancianos?
En relación a esta pregunta lo primero sería observar el término “anciano” o “anciana”. Ya no hablamos más en esos términos, sino que decimos “personas mayores”. La convención hiberoamericana por los derechos de las personas mayores promulgada en el año 2015, evoca este término que es muy utilizado a partir de ese año, y que ha desterrando otros términos utilizados con anterioridad cuando no se sabía muy bien cómo denominar esa población: se utilizaba geronte, anciano, anciana, edad dorada, etc. Y hoy sabemos que son personas, y que además son personas mayores. Hoy tenemos esa mirada semántica, que no es poco, porque el concepto de persona mayor adquiere un otro, y en ese otro aparece lo biográfico. A mi criterio la persona mayor y la vejez es fundamentalmente más biografía que biología. Es decir, tendemos a asociar a la vejez con la enfermedad, yo desmiento eso, entiendo que cualquier persona puede estar enferma con independencia de su edad. Todos tenemos algún tipo de dolencia, es decir, no hace falta esperar a llegar a la vejez para tener estos tipos de dolencias. La vejez es más biografía, es decir, lo social, lo cultural, los atravezamientos personales que lo biológico. Invito a todos los trabajadores sociales a pensar la vejez en este sentido, como una vejez más biográfica que biológica.
Creo que la pandemia ha afectado a todos los estratos sociales recluyéndolos en sus hogares y en ese sentido en las personas mayores podemos mencionar dos o tres grupos como para poder diferenciarlos. Un grupo son aquellas personas que se encuentran en pareja, que tienen una familia, que tienen algún grupo conviviente, donde quizá la pandemia los encontró junto a otros, con todas las características de ese encuentro que se han ido generando durante la pandemia. Otro son aquellos mayores que viven solas y solos. Viudos, solteros, o personas que han decidido vivir solos, y que la pandemia los ha afectado en otros aspectos de su personalidad. Acostumbrados a salir, a buscar el vínculo social fuera de sus hogares, de golpe se encuentran impedidos y solos y tienen que aprender a vivir con esa soledad ¿no? ¿cómo hago? Hubieron bastantes informes al respecto. Y lo otro tiene que ver con aquellas personas mayores que residen en las residencias de larga estadía. Allí también se pierde el contacto con el exterior, con algún familiar que iba en la semana a hacer la visita ya no lo pudo hacer. Esos serían los 3 grandes grupos.
Y por otro lado mencionar lo que nos ha pasado a todos y que las personas mayores no han quedado ajenas a esto y que tiene que ver con las pérdidas. Pérdidas de relaciones sociales, la pérdida con el encuentro del otro, si iba a jugar a una cancha de bocha ya no lo pude hacer más, los que iban al centro de jubilados, y demás. Pero si a esta pandemia además de la variable social le sumamos la variable económica, hacemos un combo distinto. Desde el área social siempre estamos diciendo que cruzar envejecimiento, vejez y pobreza adquiere un rasgo distintivo diferente con una mirada distinta y un análisis un poco más complejo.
A mi criterio la persona mayor y la vejez es fundamentalmente más biografía que biología
Yo pienso que sí, de a poquito, en la sociedad toda vamos pensando en nuevas estrategias para acompañar a estas personas mayores desde un lugar de derechos, desde una mirada activa. Empezando a pensar en una vejez que se activa, en una vejez de derechos, autónoma e independiente.
Cuando hablamos de independencia, hablamos de esas actividades diarias que todas las personas vamos efectuando a lo larga de la vida. Cuando hablamos de autonomía hablamos de la capacidad de decidir. Muchas veces las personas mayores tienen la autonomía para poder decidir que hacer con alguna de las actividades de la vida diaria pero no tenemos la independencia para poder llevarlas a cabo. Es decir, yo puedo decidir que hacer con mi dinero, pero quizá por alguna imposibilidad externa o interna no puedo hacer concretar mi decisión, por ejemplo, no me puedo comprar el vestido que decidí comprarme. Entonces tengo autonomía pero no independencia.
Esto es fundamental empezar a trabajarlo en el ámbito universitario desde cada una de las diferentes carreras: medicina, psicología, asistencia social, enfermería, etc. Digamos, pensar cómo empezar a fortalecer en la currícula universitaria estos contenidos que no solo hacen a los derechos de las personas mayores sino también a las cuestiones sociales y educativas. Así como hay una pedagogía que se ocupa de al educación en la niñez, existe una gerogogía con características propias que permiten que hoy, por ejemplo, dentro de la Universidad Nacional del Comahue, contemos con un programa especial para personas mayores para poder realizar diferentes tipos de cursos por ejemplo, el PAMI, que cuenta con una Universidad para Adultos Mayores Integrados.
Esto tiene distintas características porque no es lo mismo enseñar a una persona joven que a una mayor. Hay que tener en cuenta sus sabes previos, sus capacidades, sus habilidades, entonces, creo que sí, la Universidad tiene un gran potencial para ello. Y la pandemia nos ha permitido empezar a reabrir esta mirada social y educativa, en tal sentido, que desde la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, empezamos este año una diplomatura en Herramientas Gerontológicas. También en ese orden, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en la convocatoria de Ciencia y Técnica 2022, se presentaron dos proyectos de Investigación vinculados a la gerontología. Uno desde una perspectiva vinculada a los Social y otro desde el Derecho.
En la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en la convocatoria de Ciencia y Técnica 2022, se presentaron dos proyectos de Investigación vinculados a la gerontología.
Se empieza a hablar de geriátricos o institución geriátrica desde el siglo XVI, pero con este concepto de asilar, no? De albergar. Pero no solo albergabas a personas mayores, también a locos, vagabundos, desviados de la ley y por supuesto, viejos. Empieza así en el siglo XX un nuevo concepto dentro de las instituciones geriátricas que es el concepto de rehabilitación, comenzando desde la década del 80, incorporando el término de promoción de la salud, para a partir de la década del 90 ampliar el concepto con nuevas concepciones paradigmáticas, para pasar del concepto de la geriatría que es específico de la medicina hacia el concepto de la gerontología que es propio de los social, en donde se empieza a trabajar y a incorporar la perspectiva de derecho de las personas mayores.
Por otro lado es importante saber que cuando hablamos de residencias de larga estadía hablamos de cuidados de larga duración. Y cuando hablamos de esto último, hay que hacer un paréntesis importante, porque es muy poca la población a nivel mundial y a nivel nacional que está en estos lugares de larga residencia. Hablamos del 1,3% de las personas mayores en argentina como el porcentaje de personas mayores institucionalizadas. Por lo tanto hay un gran mito allí, con respecto a la institucionalización. Y después es importante pensar que pasa en las familias con esos procesos de institucionalización. Aquí sí podemos pensar en que los primeros indicios de una enfermedad que comienza a discapacitar a una persona mayor crean los primeros índices de fragilidad.
Allí las familias en general, deben reorganizarse a sí mismas y al entorno para adaptarse a esta nueva situación de dependencia y fragilidad de esta persona mayor, que además es un ser querido dentro de la familia. Esto comienza a generar estrés, malestar emocional, tanto por parte del cuidador principal que en general suele ser del género femenino, como del resto de los integrantes de la familia. Sí podemos decir que no existe un mapa psicosocial de lo que pueda ocurrir, en cada familia ocurren sensaciones diversas y transitan caminos distintos. Pasamos por un cuidador familiar principal, cuidadores externos, por una incapacidad y una fragilidad y una dependencia que requiere de grandes cuidados para pensar en una institucionalización.
Y aquí sí ya podemos pensar en si hablamos de objetos de atención o de sujetos de derecho. Entonces allí hay algunos estudios nacionales e internacionales, con grandes referentes de la temática como Isolina Dabove, una gran referente argentina en materia de gerontología en materia de derecho, que demuestran que en su mayoría la decisión de internación no es de la persona mayor, sino que es del cuidado principal. Aquí se pone en discusión el concepto de independencia, libertad y autonomía. Entonces se convierte en un espacio de discusión dentro del trabajo social, la medicina, la psicología. Hoy se habla de que es indispensable el consentimiento informado de esa persona mayor para poder transitar esa internación gerontológica.