Te guarde un asiento al lado de la ventanilla para hacer un viaje en tren. Te cuento que es un tren un tanto extraño, pero bastante interesante. Mira, en este instante, nuestro tren está arribando a Escocia. Bordeando los valles y gigantescas montañas que guardan en su interior algunos de los rastros más antiguos del planeta.
Vamos a la década de 1750, en este mismo lugar, a ver al hombre que cambió la forma en que pensamos sobre el planeta e incluso la manera en que ideamos acerca de nosotros mismos y acuño bajo nuestros pies este concepto que denominamos “tiempo profundo”. Su nombre es James Hutton y al caminar por su campo observó que las rocas tenían cientos de capas sutilmente distintas.
Vamos a la década de 1750, en este mismo lugar, a ver al hombre que cambió la forma en que pensamos sobre el planeta e incluso la manera en que ideamos acerca de nosotros mismos y acuño bajo nuestros pies este concepto que denominamos “tiempo profundo”. Su nombre es James Hutton y al caminar por su campo observó que las rocas tenían cientos de capas sutilmente distintas.
Torridon, Escocia

Comprendió que eran bandas de sedimentos que el agua había traído y depositado en diferentes momentos, año tras año, y que lentamente se compactaban para hacer la roca.
Entendió que la creación y la destrucción de la tierra no son acontecimientos repentinos y dramáticos del pasado oscuro y bíblico, sino acciones lentas e imperceptibles que se suceden todo el tiempo. La tierra era creada a partir de los escombros del pasado.
Nuestro amigo se había dado cuenta también de que no todas las rocas aparecían depositadas de esa forma, por lo tanto debía de haber otro proceso que las formara. Su fascinación por lo motores en conjunto con su deducción, lo llevó a pensar que un calor central alimentaba los volcanes del planeta (de donde se crearían estas rocas). Quizás el centro de la tierra contenía un poderoso motor térmico.
Mira por la ventanilla ¿ves esos ríos? Estamos en Glen Tilt porque dos de los grandes ríos de Escocia se encuentran aquí. El río Dee corre sobre un lecho rocoso de granito rosa. El río Tay tiene un lecho rocoso de arenisca gris. Hutton esperaba que ahí, donde los ríos se encontraban, se encontrarían también el granito y la piedra arenisca. Y así fue: encontró rocas estratificadas grises con granito rosa inyectado.
Estas son las rocas que encontró: se ve claramente cómo el granito rosado se filtró por las grietas de la roca gris. Para que eso pudiera suceder, el granito debía haber estado casi líquido cuando se encontraron. Si el granito había estado fundido, debía haber una fuente de calor potente en el centro de la tierra, dedujo Hutton.

Con sus observaciones en Escocia, James Hutton había probado gran parte de su teoría de la Tierra como un sistema. En ese momento también se empezaron a observar con más atención los fósiles que se encontraban en las rocas, como un señor llamado Lyell que defendía a capa y espada su idea de que en la tierra los procesos que sucedieron en el pasado son los mismos que suceden hoy (uniformismo) de tal forma que hasta llegó a oponerse a la teoría de la evolución de Darwin que preveía que los organismos se habían transformado a través del tiempo y no volverían a aparecer.
Esto, según nuestro amigo Lyell, no podía ocurrir en una Tierra donde todo se repite del mismo modo y sin ningún cambio. Siguiendo este razonamiento, llegó a postular que, cuando los ambientes y los climas del pasado retornen en un próximo ciclo, también lo harán las plantas y los animales que vivieron en esos ambientes: “…El gran Iguanodonte podría reaparecer en los bosques y los ictiosaurios en los mares, mientras que los pterodáctilos podrían volar nuevamente a través de los umbrosos bosques de helechos” (Lyell, 1842, pág. 193). Sin embargo, ya cuando estaba más cerca del arpa que de la guitarra terminó por adherir parcialmente a las ideas de Darwin.
Dibujo de De la Beche satirizando las ideas de Lyell que representa al profesor Ichtyosaurus en algún momento del futuro mostrando a sus alumnos el cráneo de un extraño animal cuaternario (un ser humano) (tomado de Buckland, 1890).

Estas observaciones fueron muy importantes para desarrollar de una forma mas certera la edad de la tierra. Dado que esos fósiles solo existieron en un periodo de tiempo determinado y no volverían a existir. La profundidad del tiempo había dejado algunas huellas de su paso en las capas de rocas que observamos. Así comenzamos a comprender que la historia de la tierra estaba constituida por una sucesión de acontecimientos (muchos de ellos) aún explorables hoy en día.
Estos fueron avances extraordinarios a partir de los cuales se sucedieron muchos otros que nos dieron una idea de lo efímero que es nuestro paso y la vasta historia que tiene el planeta tierra.
Axel CórdobaAlumno de Licenciatura en Ciencias Geológicas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del ComahueEsta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.