La esfera del trabajo en el sistema capitalista y neoliberal actual muestra en sí misma constantes contradicciones. Por un lado, se observa como aquello que reviste la dignidad del ser y por el otro devela la supervivencia de los cuerpos como único modo de habitar la economía del extractivismo cruel. El empleo tarda poco en tocarse con otros ámbitos de la existencia como lo es el derecho (en mayúscula), la salud, la educación y las experiencias vitales. Tanto, que al mencionar el trabajo registrado para personas trans parece que la esfera se vuelve más esquiva y despliega un abanico de fronteras burocráticas que parecen olvidar todas las demás aristas que hacen a la vida humana. Es que, muy pronto, la dignidad entra en conflicto con aquello que no está normativizado desde las miradas ancladas en lo CIS y en la heteronoma. En este escenario, el cupo laboral trans comienza a empujar la rueda que mueve al mundo para proponer nuevas dinámicas de relacionamiento entre la realidad del desempleo y la realidad de la disidencia.
Según Agencia Presentes, hasta el año 2018 solo el 18% de personas trans y travestis accedieron a un trabajo formal, mientras que el 80% estuvo en situación de prostitución, optaron por el trabajo sexual o desempeñaron labores no registradas formalmente, de baja especificidad y poca remuneración. En el último lustro, el Estado, a instancias de organizaciones sociales, y movimientos vinculados a la disidencia trans y travesti, puso el debate del cupo laboral trans en el sector público con porcentajes que no superan el 4 por ciento de la planta de personal.
Según Agencia Presentes, hasta el año 2018 solo el 18% de personas trans y travestis accedieron a un trabajo formal, mientras que el 80% estuvo en situación de prostitución, optaron por el trabajo sexual o desempeñaron labores no registradas formalmente, de baja especificidad y poca remuneración.
En noviembre del 2018 la Universidad Nacional del Comahue trató el cupo laboral trans entre las preocupaciones que no podían esperar. Allí el Consejo Superior optó por el 1 por ciento con intenciones de continuar el debate las primeras sesiones de ese cuerpo en 2019. Adelantada, la Facultad de Ciencias de la Educación con sede en Cipolletti, Río Negro, ya había aprobado un mes antes el 4 por ciento en esa institución dejando asentado un precedente. Aparece así un Estado que debe encontrar la manera de regular la vida de las personas y establecer mecanismos de aplicación para que la norma no sea letra muerta. Casi de inmediato surge la duda sobre cómo lo hace y qué significados subyacen en la noción de cupo. ¿Es posible pensar la humanidad y sus transitares en términos de porcentajes? ¿No basta solo con ser sujetxs de derechos?
En este sentido, Ornella Infante, asesora legislativa y candidata a legisladora por el peronismo rionegrino, sostiene que las palabras deben mirarse en el marco de las transformaciones históricas. Así lo definió en La Hoguera, el programa radial de La Revuelta Colectiva Feminista: “Tenemos que remontarnos al momento cuando la mujer, gracias a la Ley de Cupo Femenino, pudo acceder a lugares históricamente vedados. En la población trans pasa exactamente lo mismo”, sostiene Leemos que el cupo es una discriminación positiva y es una de las herramientas que nos ayudará a romper con las estructuras que nos impiden como mujeres -porque a nosotras nos niegan los lugares por ser mujeres trans- que nos ayudará a deconstruir estos mandatos que nos imponen”.
La precariedad, el vaciamiento, la voluntad de invisibilizar abunda, pero tambiénrebalsan las ganas de ser en el mundo.
Se trata, entonces, de que el Estado sea claro y específico en los términos y las condiciones en las que va a garantizar el acceso pleno de personas trans a espacios de trabajo registrado, haciendo de esta herramienta una base para el diseño de políticas públicas y no un techo que propicie la restricción de derechos.
Sin embargo, el camino que comienza a construir el cupo laboral trans merece una mirada detenida referida a los puntos de partida y cuáles son los materiales sobre los que se cimenta. Los proyectos de ley presentados para abrir el cupo laboral trans en el sector público demandan algún nivel de idoneidad como condición para las postulaciones laborales. Una vez más las palabras vienen a remover estructuras. Aquí la meritocracia emula equidad, pero tapa desigualdades fundantes como las posibilidades de formación profesional de personas trans, el acceso a la salud frente a una expectativa de vida que ronda apenas los 40 años. Es decir, antes de llegar al cupo, hay un sistema que violenta una serie de derechos que tienen que ver con la mera experiencia de vivir. Allí, la idoneidad, sigue resonando. Si las trayectorias y las subjetividades nos van construyendo humanxs, también el andamiaje sobre el que se apoya la sociedad debe resignificarse. Para Georgina Colicheo, presidenta de la Asociación de Trans y Trabajdorxs Sexuales por la Disidencia Sexual de Fiske Menuco/General Roca, una vía posible es la de la construcción de comunidad. “Para mantener el cupo y pelear por todos nuestros derechos tenemos que seguir tejiendo redes de acción. Para que se nos reconozca y se nos respete”, sostuvo en diálogo con La Hoguera.
Es la comunidad la que piensa en los cuidados, en el resguardo de los cuerpos y las cuerpas, la que pinta variados matices el transitar entre los proyectos de ley, la burocracia infinita de los pasillos gubernamentales y la violencia policial. Lo muestra la doble cara de la política deshumanizada en la que, por un lado, el cupo laboral trans es posible y, por el otro, recrudece la persecución del trabajo sexual ejercido por personas trans afirmado el bastón en los códigos contravencionales, tal como sucede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que se repite en diversos puntos del país. La precariedad, el vaciamiento, la voluntad de invisibilizar abunda, pero también rebalsan las ganas de ser en el mundo. En este universo del hoy y del ahora, en el de la lucha colectiva del pasado y del futuro. De ser, también, en la esfera laboral, de tener aspiraciones de ascenso, tanto como obra social y vacaciones. De ser de todos los modos posibles y vivibles, de los que mejor se ajusten al deseo y a la piel.
Es la comunidad la que piensa en los cuidados, en el resguardo de los cuerpos y las cuerpas, la que pinta variados matices el transitar entre los proyectos de ley, la burocracia infinita de los pasillos gubernamentales y la violencia policial. Lo muestra la doble cara de la política deshumanizada en la que, por un lado, el cupo laboral trans es posible y, por el otro, recrudece la persecución del trabajo sexual ejercido por personas trans afirmado el bastón en los códigos contravencionales, tal como sucede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que se repite en diversos puntos del país. La precariedad, el vaciamiento, la voluntad de invisibilizar abunda, pero también rebalsan las ganas de ser en el mundo. En este universo del hoy y del ahora, en el de la lucha colectiva del pasado y del futuro. De ser, también, en la esfera laboral, de tener aspiraciones de ascenso, tanto como obra social y vacaciones. De ser de todos los modos posibles y vivibles, de los que mejor se ajusten al deseo y a la piel.
Colectiva Feminista La Revuelta+54-9-299-4722618 / www.larevuelta.com.ar - Neuquén-Patagonia Argentina – Febrero de 2019