Lo que todos (o casi todos) sabemos.
Más allá de lo que muchos argentinos saben por el cotidiano ejercicio de mantenerse actualizados y activados en materia de variables económicas, (sea para salvar algo de su poder adquisitivo o para fugar divisas), tal como se lo enuncia en el bombardeo informativo también cotidiano, el riesgo país mide la diferencia entre el interés que paga estados unidos para endeudarse y el que paga argentina.
Para endeudarse, los países emiten títulos de deuda, bonos, que pagan un interés. De allí que se diga que el riesgo país mide la diferencia entre el interés de los bonos del tesoro norteamericano y el interés de los bonos argentinos. Si el riesgo país para Argentina es de, por ejemplo, 800 puntos, esto significaría que argentina le agrega 8 puntos porcentuales, (8%), al interés de los bonos de EEUU, que actualmente es del 2,5%. Así cuenta sencilla, 2,5 + 8 = 10,5. Esa es la tasa en dólares que pagaría Argentina si alguien le diera crédito.
Esta medida está indicando la desconfianza de quienes financian al país, de quienes le prestan ya sea al tesoro nacional o a las empresas argentinas. Esa desconfianza se refiere concretamente a la posibilidad de pagarles, de devolverles lo que nos prestan, o, para usar una palabra que suele generar escalofríos, de no caer en default.
Lo que parece no funcionar bien, es el timbre de la alarma a nivel interno.
El alza que se está observando en las últimas semanas en el riesgo país obedece sin duda a que los inversores internacionales miran finamente la relación entre las reservas en divisas existentes y las proyecciones de ingresos de dólares por una parte (por exportaciones), y la necesidad de dólares por otra, generada por la proyección de importaciones y los compromisos de pago generados por la deuda contraída. O sea, necesidad de divisas (demanda) contra disponibilidad (oferta). Desde mitad del año pasado es que los analistas señalan que la disponibilidad de divisas alcanza hasta fin de este año. Para ser más concretos, hasta las elecciones de setiembre. Sucede que aquellos analistas proyectaban inflación a la baja y una recaudación estable o creciente. A seis meses de observar que esas dos variables tienen signos opuestos a los pronosticados, las señales de alerta empiezan a encenderse.
A esas variables (reservas más exportaciones y demanda de divisas, inflación y recaudación fiscal) los analistas suman la perfomance del país en cuanto a déficit fiscal, tasas de interés, mercado laboral y crecimiento del PBI entre otras. En ninguno de esos indicadores el gobierno puede exhibir buenas notas. Al contrario. Todo va a peor.
Un país que se llena la boca hablando de la educación como el principal instrumento de progreso social, y que cita el modelo finlandés como el ágora y la meca de la educación planetaria, y mantiene los salarios de los docentes en niveles inferiores a los la gran mayoría de los demás oficios y profesiones, está en riesgo.
Pretender que un posible resultado electoral que reemplace a Macri, (cada vez más deseado por parte del establishment) y devuelva a CFK al gobierno, es la causa del aumento del riesgo país es una pretendida desviación de la atención y de las responsabilidades del descomunal descalabro en que se encuentra la economía Argentina.
Si como dijimos, el riesgo país refleja la percepción de los inversores sobre la posibilidad de pago de la deuda por parte del país, es bien necesario marcar que esa posibilidad ya aparecía comprometida hace un año. Y las principales causas de esa posibilidad de default son, por un lado la enorme carga de los intereses de la abultada deuda contraída por la actual gestión, en la cual no tuvo que ver ningún agente extraño a este gobierno. Y por otro lado, la debacle en términos de PBI, inflación, caída de ventas y recaudación, para hacer una cortísima enumeración.
El riesgo país funciona como una señal de alerta para los inversores. Sin son adversos a asumir riesgos, resignarán la posibilidad de generar altos dividendos en corto tiempo, y buscarán otros destinos para sus fondos disponibles para invertir. Si son aviesos, le prestarán a la Argentina, comprarán bonos que prometen tasas y ganancias rápidas y jugosas (en dólares, of course).
El rol de alarma para los agentes externos es un rol entendible y por allí discurre gran parte del tratamiento que a diario le dan los medios.
Lo que algunos olvidan
Lo que parece no funcionar bien, es el timbre de la alarma a nivel interno. Fundamentalmente para los dirigentes (partidarios, empresariales y sindicales), y también para los analistas, con o sin llegada a los medios. Porque digo esto?
Porque si bien la posibilidad de pagar la deuda es importante para un país que incurre en déficits públicos de manera recurrente, debería también sonar una alarma cada vez que se publican datos de pobreza, de caída de ventas en supermercados, de cierre de fábricas. Esa alarma debería encenderse cuando las perspectivas de los indicadores y realidades de los habitantes del país no son alentadoras.
Un país cuyo PBI cae dos años en forma consecutiva, y al cabo del 2019 estará en un nivel menor que en 2011, está en riesgo.
Un país que mantiene tasas de interés superiores al 50% durante más de 1 año, está en riesgo.
Un país donde la capacidad instalada utilizada de su industria baja del 82 al 48% en tres años, está en riesgo.
Un país donde la inflación carcome diariamente la capacidad adquisitiva de unos salarios que a su vez caen en su participación en el PBI, está en riesgo.
Un país que fuga sus ahorros internos al exterior, de manera creciente y últimamente alarmante,está en riesgo.
Un país cuyo nivel de pobreza no baja del 30 % de la población desde hace 20 años, está en riesgo.
Un país del cual el 52% de sus jóvenes son pobres o indigentes, está en riesgo.
Un país que se llena la boca hablando de la educación como el principal instrumento de progreso social, y que cita el modelo finlandés como el ágora y la meca de la educación planetaria, y mantiene los salarios de los docentes en niveles inferiores a los la gran mayoría de los demás oficios y profesiones, está en riesgo.
Y por último, un país con una dirigencia política (repito: partidaria, empresarial y sindical) que padece de un autismo crónico y generalizado, que se la pasa repitiendo que todos los ítems anteriores le preocupan, pero que a los ojos del resto de la sociedad aparece con niveles de vida y disfrute disociados del resto, solucionando el pasar suyo y de varias generaciones de sus descendientes, creyéndose a sí misma su discurso, ese país, definitivamente está en riesgo.