Medioambiente

Biomasa: los residuos al poder

Germán Mazza es Ingeniero Químico y Doctor en Ingeniería. Es Profesor Titular Regular en la Facultad de Ingeniería UNCo, Investigador Principal de CONICET, Director Regular del PROBIEN y Director Interino del Centro Científico Tecnológico CONICET-Patagonia Confluencia. 

¿A qué refiere el concepto de biomasa desde el punto de vista energético? ¿podríamos pensarlo como la razón por la que una buena cantidad de maíz puede hacer andar un auto?

Desde el punto de vista energético, la biomasa es un vector energético (porta energía propia) que consiste en energía que fue originada en la acción de organismos vivos o de aquellos que en algún momento tuvieron vida. En este contexto, la biomasa incluye a todo material de origen vegetal, residual u originado en cultivos energéticos, que son renovables, y también a las deposiciones de los animales con valor energético. Es, en sí misma, un tipo de energía renovable que debe liberarse, por ejemplo, como combustible.

Desde el hombre prehistórico habitando en cavernas, el material biomásico (material de biomasa) constituyó un tipo de energía disponible, con la cual encendía su fuego (en base a leña y pasto seco principalmente, pero no en forma excluyente), con la finalidad de cocinar sus alimentos y de paliar los efectos del frío en sus moradas.

En la actualidad, numerosos equipos de investigación trabajan en técnicas para el aprovechamiento de la energía de la biomasa en la vida moderna. También, diferentes industrias y sectores productivos la utilizan, inclusive, como un medio de recuperación de valor de materiales residuales biomásicos, transformados en combustibles y energía (proceso de valorización de material residual). Existen diversas vías para la puesta en disponibilidad de la energía de la biomasa, por métodos químicos, termoquímicos y biotecnológicos, esencialmente.

Entre las biomasas disponibles en nuestra región para fines energéticos, predominan los residuos agroindustriales (residuos de las industrias vínicas y jugueras), residuos forestales (silvícolas) generados naturalmente, o por poda, tala y raleo (con predominio en la región cordillerana) y en menor medida, las deposiciones del ganado que posean valor energético. Cierta fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos es también biomasa disponible.

Los métodos termoquímicos (fundamentalmente torrefacción, pirólisis, gasificación y combustión) permiten transformar la biomasa, mediante su tratamiento de reacción en diferentes atmósferas –inerte, deficitaria en oxígeno y con exceso de oxígeno- en productos con carácter combustible en fase líquida (biodiesel), gaseosa (producer gas y gas de síntesis, mezcla de hidrógeno y monóxido de carbono) y sólida (residuo denominado biochar).

Si bien es dable afirmar que un auto puede funcionar con productos provenientes de biomasa vegetal (maíz, caña de azúcar, soja, entre otras) la biomasa original requiere su transformación por alguna de las vías en el combustible utilizable (no se “carga” el vehículo con la biomasa directamente).

En nuestros días, la biomasa puede usarse, mediante tratamientos, para la alimentación de generadores eléctricos, vehículos diversos, calefacción, generación de potencia, etc. Permite aplicaciones siderúrgicas (carbón vegetal), alimentación de calderas, generación de biocombustibles y materiales de alto valor agregado (compuestos químicos y material sólido de diferentes aplicaciones –biochar– en combustibles, aditivo para el mejoramiento de suelos, generación de carbón activado, entre otras).

La biomasa, como energía renovable, genera un impacto ambiental considerablemente menor que el producido por la utilización de los combustibles fósiles.

Dr. Germán Mazza

La energía extraída de las biomasas ¿son una alternativa para reducir la dependencia a combustibles fósiles? ¿la biomasa es siempre amistosa con el medioambiente?

La producción (extracción) de energía de las biomasas para los usos mencionados previamente, para la potencial sustitución de los combustibles fósiles o su posterior transformación en electricidad, requiere de volúmenes considerables de material (por su baja densidad energética), con el consecuente costo en su colecta, transporte, puesta a disposición y tratamiento necesario. Esta situación dificulta su competencia frente a los llamados combustibles fósiles (mientras existan) que son extraídos (petróleo y gas) y acondicionados mediante procesos ya optimizados (técnica y económicamente) y puestos en el mercado en forma continua y eficiente.

No obstante, la energía de la biomasa constituye una imprescindible apuesta ya iniciada y a futuro, ya sea en forma individual o combinada con otras energías renovables (solar, eólica, entre otras) para la sustitución de los combustibles fósiles, que ineludiblemente se agotarán, en las matrices energéticas de regiones y países. Los combustibles fósiles, en particular los hidrocarburos, poseen un límite no muy alejado en el tiempo para el agotamiento de sus reservas, estimándose que hacia la mitad del actual siglo XXI se producirá una notable disminución en la capacidad de extracción de gas natural y petróleo. Por eso, la potencial sustitución por energías renovables está siendo estimulada en las legislaciones de la mayor parte de los países del mundo. La Argentina avanza lentamente al respecto, pero ha iniciado acciones y promociones.


La biomasa, como energía renovable, genera un impacto ambiental considerablemente menor que el producido por la utilización de los combustibles fósiles. En principio, generalmente, la biomasa es un material que posee bajo contenido en azufre y en metales. Sin embargo, debe verificarse el material residual si es producto del tratamiento en maquinarias, por cuanto puede detectarse presencia de metales pesados, entre otros. Ello debe manipularse en armonía con las legislaciones medioambientales.


Un aspecto fundamental del uso de energía de biomasa, consiste en que el dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) procedente de la biomasa en sus procesos de transformación energética, se fija luego naturalmente en su ciclo de crecimiento y renovación biológica. Esto se conoce como neutralidad en relación al CO2. Ello genera un balance cero en CO2, en los tratamientos termoquímicos, por ejemplo, disminuyendo notablemente el impacto sobre el ambiente.

Cuando se generan residuos biomásicos en plantas de producción (agroindustrias y aserraderos, por ejemplo) debe evitarse su disposición en apilamientos, por cuanto generan presencia de microorganismos, descomposición, proliferación de roedores y fuentes de eventuales enfermedades.

Los bioresiduos de la región son valiosos en sí, y poseen importante potencial energético.

Dr. Germán Mazza
¿Cuán valiosos son los bioresiduos de las provincias de Rio Negro y Neuquén? ¿Piensa usted que en el Alto Valle se están implementando políticas para extraer valor de los residuos de los procesos productivos?

Los bioresiduos de las provincias de Río Negro y Neuquén son, en su mayor parte, los que he mencionado previamente, derivados de las industrias vínicas, jugueras (peras, manzanas) y también de frutos rojos y hasta de rosa mosqueta, en adición a los silvícolas de regiones como Aluminé, donde existen aserraderos que generan residuos del tratamiento de la madera, sumados a los naturales (caídas de árboles) y de poda y raleo. En las industrias jugueras, no solamente en el llamado bagazo, material postprensado, sino en ramas y hojas, así como en fruta de descarte, que posee diferentes potenciales tratamientos, entre ellos, su utilización para generar otros productos valiosos, no necesariamente combustibles (ejemplo, harinas no convencionales).

Los bioresiduos de la región son valiosos en sí, y poseen importante potencial energético. Sin embargo, su tratamiento debe considerarse en el marco de localizar las plantas a tal fin en las cercanías a los sitios de generación, para disminuir los costos de transporte, entre otros, y mejorar la factibilidad de procesamiento. Ambas provincias incentivan los trabajos de investigación y transferencia en la recuperación de valor y disminución del volumen de los residuos en la región, mediante sus prioridades en el COFECYT.

El sistema nacional de Ciencia y Tecnología realiza una tarea continua, ardua y de diferente grado de visualización inmediata.

Dr. Germán Mazza
Algunos ciudadanos a veces no les resulta tan evidente la contribución de la Ciencia a su vida cotidiana. ¿Cuál piensa usted que es el aporte que el sistema nacional de Ciencia y Tecnología puede hacer a la comunidad del Alto Valle?

La pregunta es amplia. El sistema nacional de Ciencia y Tecnología realiza una tarea continua, ardua y de diferente grado de visualización inmediata, en función de las áreas temáticas y la factibilidad de volcar sus resultados a la sociedad en diferentes escalas en el tiempo.
Algunas investigaciones vuelcan sus resultados con mayor rapidez, pero eso depende del objetivo, los medios disponibles y la naturaleza misma del problema y de la disciplina.

En la difícil situación de pandemia que nos toca atravesar, se ha producido el desarrollo de diversos aportes de sectores involucrados, en las universidades nacionales del Comahue y de Río Negro, en el CONICET, institutos de doble dependencia, CNEA, INTI, e INTA, entre otras instituciones nacionales. Los programas promovidos por el MINCyT-CONICET, entre ellos el de Ciencia Contra el Hambre, Suministro de agua potable, programas hacia diversas aristas de la pandemia COVID-19, programa de proyectos contra la vulnerabilidad social, etc., han dado marco a diferentes acciones que permiten a grupos de la región presentar sus propuestas y obtener financiamiento para el estudio de aspectos de relevancia para la comunidad del Alto Valle.

Asimismo, el sistema nacional financia una parte considerable de la formación de doctores en las diferentes áreas, que luego se integran al sector científico y de docencia universitaria en las instituciones de la Norpatagonia, pero también a diversas reparticiones provinciales o municipales y a diferentes empresas, lo cual es variable en el tiempo, en función de las diversas situaciones por las que los sectores transitan.

Las prioridades regionales de ciencia y tecnología en el Alto Valle se canalizan a través de los organismos específicos de las provincias de Neuquén (COPADE) y Río Negro (Subsecretaría de Ciencia, Tecnología y Desarrollo para la Producción). El marco básico de discusión de las prioridades en CyT en las provincias, lo brinda el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECYT), organismo natural de asesoramiento del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación cuya misión principal es articular las políticas y prioridades nacionales y regionales con el fin de promover la federalización de la ciencia, la tecnología y la innovación, disminuir las asimetrías provinciales y garantizar la transferencia del conocimiento en todo el territorio nacional. El COFECYT propone al MINCYT las políticas y actualizaciones de prioridades regionales y provinciales, esencialmente delineando perfiles de eventuales convocatorias al financiamiento de acciones de investigación y desarrollo científico-tecnológico.

Las provincias participan, a través del COFECYT, en el asesoramiento técnico, promoción y difusión de los instrumentos y convocatorias realizadas en el marco de los programas FONTAR (Fondo Tecnológico Argentino) – FONCYT (Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica) - FONSOFT (Fondo Fiduciario de Promoción de la Industria del Software). Como integrante del COFECYT llevan a cabo la evaluación regional y asesora en la promoción, difusión y seguimiento de los programas PFIP (Proyectos Federales de Innovación Productiva), PFIP ESPRO (PFIP- Eslabonamientos Productivos), DETEM (Desarrollo Técnico Municipal) y ASETUR (Apoyo Tecnológico al Sector Turismo).

La consolidación de la integración de esfuerzos de la región con los organismos nacionales es fundamental y se está llevando a cabo gradualmente.

Dr. Germán Mazza
En su opinión ¿estamos haciendo lo suficiente desde las políticas públicas para incentivar nuevas generaciones de científicos argentinos? ¿Qué aspectos podrían mejorarse?

Se está haciendo mucho, aunque aún no alcance para decir que es suficiente. Tal vez podría optimizarse el esfuerzo, mediante el énfasis en ciertos programas dirigidos hacia regiones como la nuestra, con proyectos orientados, por ejemplo, hacia el gran desafío que significan, multidisciplinariamente, Vaca Muerta y los yacimientos no convencionales. El CONICET ha abierto programas regionales en este sentido y se irán consolidando en el futuro próximo. El sistema de políticas públicas en ciencia y tecnología no ha sido ajeno a las variaciones de políticas globales en el país. Los diversos ámbitos, en el contexto descripto en la pregunta previa, realizan sus esfuerzos y establecen diferentes objetivos en sus programas locales, regionales y nacionales.

Por ejemplo, si nos referimos a la provincia de Neuquén, en función de nuestra ubicación de la Facultad y del PROBIEN donde trabajo, la provincia ha ido incrementando la creación de programas de apoyo a la Ciencia y Tecnología en los últimos años. Un punto de inflexión consistió en enfatizar el fortalecimiento del complejo científico tecnológico provincial, a través de la creación del “Fondo para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva de Neuquén” tendiente a poner al servicio de los emprendedores, innovadores, investigadores, pequeñas y medianas empresas un abanico de instrumentos financieros y no financieros de fortalecimiento de las capacidades innovadoras”. Su creación se plasmó en la Ley Provincial Nº 2634, Fondo para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva del Neuquén, sancionada en diciembre de 2008 y siendo el COPADE su autoridad de aplicación.

Recientemente, otros hechos trascendentes que se pueden nombrar consisten en la creación en Neuquén de la Agencia Neuquina de Innovación para el Desarrollo, las acciones del Centro PYME Adeneu (Agencia de Desarrollo Económico del Neuquén), entre otras. En el plano de integración de esfuerzos con el sistema Nacional de CyT, la provincia de Neuquén participó con el CONICET en un programa de becas doctorales cofinanciadas CONICET-COPADE 2021, por primera vez.

En el plano nacional, en 2019, el CONICET creó el Centro Científico Tecnológico CONICET-Patagonia Confluencia, para la administración y orientación de sus institutos ubicados en las provincias de Neuquén y Río Negro (mayoritariamente sobre el Alto Valle) y en toda la provincia de La Pampa y que administra 7 unidades ejecutoras de doble dependencia, 4 con la Universidad Nacional del Comahue, 1 con la Universidad Nacional de Río Negro y 2 con la Universidad Nacional de La Pampa.

Los aspectos a mejorar dependen de los objetivos globales científico-tecnológicos del país y de la región. La consolidación de la integración de esfuerzos de la región con los organismos nacionales es fundamental y se está llevando a cabo gradualmente. El apoyo a grupos de reciente creación en el campo científico resulta imprescindible para su establecimiento en las instituciones de la región, para que luego aborden problemáticas y aporten soluciones a cuestiones de primera prioridad para la misma.

Search