Medioambiente

Plaguicidas en mi ensalada... ¿en mi ensalada?

Entrevistamos al Dr. Diego Sebastián Gomez, Docente e investigador FACIAS UNCo, sobre un tema no apto para asmáticos... pero tranquilos, este artículo no es tóxico. 

Plaguicidas y agua para el consumo hogareño es una combinación preocupante. Desde tu rol de investigador has estudiado esta combinación en centros urbanos de Patagonia Norte. ¿Cuál es el impacto en el ecosistema? ¿existen buenas prácticas para mitigarlos?

No es un hecho desconocido que la industria moderna de plaguicidas busca de alguna manera producir sustancias que sean efectivas para el control de plagas, en cantidades cada vez menores, con mayor eficiencia para actuar sobre la plaga que desean controlar y que a su vez sean más amigables con el ambiente. Por ello, cientos de sustancias distintas se utilizan hoy tanto en la agricultura como en el control de plagas en nuestros hogares. Sin embargo, se estima que de la cantidad de sustancia que se aplica, una parte llega a la plaga y el resto se disemina por el ambiente, pudiendo impactar en distintos componentes de los ecosistemas: contaminando aguas y suelos, permaneciendo en la atmósfera, incluso pudiendo afectar a organismos vivos que no representan el objetivo o blanco de estas sustancias.

Ciertamente el impacto en los distintos ecosistemas y la salud de las poblaciones, dependerá mucho de las características y dinámicas propias de cada ecosistema, como así también de las propiedades físicas y químicas de los plaguicidas en cuestión. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha estimado que mas de 2 millones de personas pueden estar expuestas directa o indirectamente a este tipo de sustancias. Este escenario se agrava en un contexto mundial donde la necesidad de producir alimentos y la agricultura intensiva llevan al uso estas sustancias y por consecuencia su impacto en los ecosistemas.

Existen practicas tendientes a reducir la cantidad de plaguicidas que se aplican, como así también una creciente tendencia a producir alimentos “más orgánicos” que eviten el uso de estos agroquímicos. Pero ciertamente una vez liberados en el ambiente, es difícil su control. Hemos estudiado residuos de algunos plaguicidas en aguas subterráneas de la región y afortunadamente no hemos hallado datos alarmantes, pero si es cierto que no existen redes de monitoreo exhaustivo y sostenido en el tiempo, que engloben o aborden esta realidad.

Además, un aspecto que no es menor y que hace más complejo el escenario, es que muchas veces sustancias que ya han sido reguladas y su uso ha sido restringido, continúan utilizándose de manera clandestina, ya sea por desconocimiento y desinterés. Entonces, necesitamos tomar conciencia de qué usamos, cómo y cuánto usamos.

Muchas veces sustancias que ya han sido reguladas y su uso ha sido restringido, continúan utilizándose de manera clandestina.

Dr. Diego Sebastián Gomez
Podrías contarnos qué son los neonicotinoides y cuál es su relación con la exposición humana y particularmente, su impacto en capacidades biológicas de la maternidad?

Respecto a qué son los neonicotinoides, son una familia de insecticidas sistémicos relativamente nuevos (se usan desde aproximadamente el año 2000) que derivan de la nicotina y que hoy en día ocupan una gran proporción del mercado mundial de plaguicidas. Pero ¿qué significa que sean insecticidas sistémicos? Bueno, quiere decir que están diseñados o pensados para actuar y controlar particularmente plagas de insectos que puedan afectar la producción agrícola en alguna etapa, desde la siembra hasta la vida postcosecha.

En algunos cultivos, se utilizan como tratamiento sobre la semilla en el momento del cultivo y la planta se desarrolla en un ambiente coexistiendo con estas sustancias. El hecho de que sean sistémicos, en este contexto no es un dato menor, ya que implica que la planta puede absorberlos a través de sus raíces y, de esta manera, el insecto entrará en contacto con el insecticida cuando consuma parte de la planta, por ejemplo, el fruto. Esta característica quizás es un poco alarmante, ya que esto implica que el insecticida se concentra dentro de la planta, en el tallo, las hojas o incluso el fruto. Así, por ejemplo, cuando queremos consumir un fruto que fue tratado con neonicotinoides, el hecho de “lavar bien la fruta” o quitarle la piel, no basta por que el insecticida se podría encontrar mezclado con la pulpa.

De esta manera, los seres humanos (al igual que otros animales) podemos estar en contacto con estas sustancias y sufrir las posibles consecuencias, más allá de la posibilidad de estar expuestos cuando los plaguicidas están siendo aplicadas a campo o por su movilidad en el ambiente. De hecho, una práctica común que es deshidratar frutos y consumirlos de tal manera, como por ejemplo “chips” o rodajas de manzana deshidratada, se conoce que con esta práctica se concentran los nutrientes reduciendo el volumen, pero ¿estaríamos también concentrando estos tóxicos?


Particularmente relacionado a el impacto sobre la maternidad, poco se conoce del efecto de los neonicotinoides en salud humana. Sin embargo, nuestras investigaciones reflejan que en condiciones controladas de laboratorio que intentan simular las posibles concentraciones de neonicotinoides que se aplican a campo, estas sustancias tienen la capacidad de disminuir la viabilidad de células que forman parte de la placenta humana, es decir el órgano que aparece durante el embarazo y cuya función es garantizar el desarrollo óptimo del embrión que se esta gestando.

Asimismo, tanto en células de la placenta como en células de sangre de cordón umbilical, se ha detectado un impacto en la defensa innata de las mismas, afectándose la capacidad de responder frente distintos estresores que muchas veces son esperables durante el desarrollo (como el aumento de especies oxidantes) pero que en un escenario de exposición a estas sustancias podría llevar a resultados no deseados en el proceso de gestación.

Cuando queremos consumir un fruto que fue tratado con neonicotinoides, el hecho de “lavar bien la fruta” o quitarle la piel, no basta por que el insecticida se podría encontrar mezclado con la pulpa.

Dr. Diego Sebastián Gomez
La región del Alto Valle de Rio Negro y Neuquén produce el 80 y 90% respectivamente de las manzanas y peras de Argentina... ¿crees que la población del Alto Valle puede estar tranquila en lo referido a las consecuencias de los plaguicidas para la salud?

Claramente no, es un tema preocupante que obviamente no es nuevo porque nuestra región demuestra una larga trayectoria en la producción frutícola, en particular de manzanas y peras. En términos generales, lo preocupante es inherente a la actividad y la necesidad de producir alimentos en un contexto capitalista donde la necesidad de producir mayores volúmenes nos lleva a tratar de reducir las perdidas productivas. Y así pensar no solamente la cantidad de plaguicidas que se aplican en el proceso, sino que también la variedad de clases de plaguicidas que se usan, la tasa de recambio de los mismos para evitar que las plagas se vuelvan “resistentes”, que se diseñen nuevos plaguicidas con un determinado mecanismo de acción y que sean “amigables” con el ambiente, pero sin saber con certeza que efectos pueden tener en el resto de los organismos vivos, incluyéndonos obviamente.

Creo que la población del Alto Valle debe ser consiente de que habitamos en un sitio en el cual estamos inmersos en una matriz productiva en el que el uso de plaguicidas es moneda corriente, sobre todo debido al dinamismo de nuestras ciudades y zonas rurales. La urbanización, los loteos, el crecimiento poblacional ha ido avanzando generando una mixtura entre lo urbano y lo rural, entre la ciudad y la chacra. Hoy contamos con barrios enteros inmersos en zonas de producción frutihortícola.

Familias enteras que trabajan estas tierras, habitándolas. Por otro lado, un dato no menor es el hecho de que estamos expuestos a formulaciones comerciales de plaguicidas y que esas formulaciones presentan componentes que acompañan al plaguicida en si (al principio activo) y muchas veces se desconoce cual es el efecto que podría tener sobre la salud humana. Por ello resulta interesante empezar a cambiar la perspectiva de cómo realizamos los ensayos regulatorios para que se apruebe el uso de determinadas sustancias.

Estamos expuestos a formulaciones comerciales de plaguicidas y que esas formulaciones presentan componentes que acompañan al principio activo y muchas veces se desconoce cual es el efecto que podría tener sobre la salud humana.

Dr. Diego Sebastián Gomez
¿Cuál crees que es el rol que pueden jugar los y las estudiantes de posgrado en el sistema de Ciencia y Técnica? ¿crees que la carrera científica es una opción interesante para las nuevas generaciones en términos de lograr un país tecnológicamente soberano?

Sin dudas. El desarrollo tecnológico de nuestro país ciertamente hace a nuestra soberanía y claramente una de las patas fundamentales de este desarrollo es la investigación, tanto básica cómo aplicada. Para ello el fortalecimiento del sector científico debe ser un punto a discutir en nuestras agendas. Afortunadamente en nuestro país la educación es pública y gratuita, podemos formarnos y alcanzar un excelente nivel académico. De esta manera acceder, obviamente con mucho esfuerzo y dedicación, a carreras científicas que aboguen por este desarrollo tecnológico. Por ello, alentar como mencionas, a las nuevas generaciones a que la carrera científica es un camino posible y sumamente grato y enriquecedor, que no es algo que queda supeditado a algunos y que parece “de película”. ¡No! todo lo contrario, tenemos un sistema educativo que, aunque bastante vapuleado, nos permite desarrollarnos en este ámbito y con un gran reconocimiento a nivel mundial.

Los y las científicas argentinas son reconocidas por su excelencia en todo el mundo. Esto me lleva a remarcar lo que preguntas al comienzo acerca del rol de los estudiantes de postgrado en ciencia y técnica. Creo que son una parte troncal dentro de cada grupo de investigación, en las universidades públicas y en organismos científicos y tecnológicos.

Muchas veces se pasa por alto que quienes se están formando en maestrías o doctorados (incluso hasta en carreras de grado), son quienes generan gran cantidad de datos invirtiendo mucho tiempo de su vida personal, para obtener resultados que se puedan articular con los objetivos que cada grupo de investigación posee y de esa manera dar respuesta lo que la sociedad demanda o necesita.

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